La cooperación y la solidaridad se relacionan con un concepto clave: el compartir. Y si existe un símbolo que tiene que ver con el compartir, ese es el pan. Así es que, en 1972, Víctor Grippo realizó esta obra al aire libre, en la plaza Roberto Arlt, interviniendo el espacio de la ciudad de Buenos Aires. Para que el compartir se transforme en una verdadera acción colectiva debe aparecer la distribución. El pan, horneado en la misma plaza, fue distribuido entre los espectadores. Esta acción se desarrolló en un clima políticamente difícil (Cordobazo, masacre de Trelew), fue inaugurada un sábado y el domingo clausurada.

En 1969 hubo un estallido social en Córdoba, llamado el “Cordobazo”. Grupos estudiantiles y sindicales se movilizaron activamente. Hubo una importante huelga general y una intensa represión policial. La masacre de los presos de Trelew fue de alguna manera una escalada hacia la violencia y el terrorismo de Estado que se impondría poco a poco hasta su consumación en marzo de 1976. Estos hecho previos a la realización de Horno de pan le dieron a la misma un intenso marco de carga política.

Algo que recorrerá la obra de Grippo esta ya presente aquí: es la transformación de las cosas, incluso de los alimentos. La construcción del horno de barro pone en evidencia la importancia del oficio, del obrero como hacedor de cambios, de los modos de producción colectivos, de los saberes transmitidos a través de las tradiciones. Destaca con el horneado de pan la importancia de los procesos de transformación a lo que todo está expuesto y en los cuales todos estamos involucrados, incluida la política y –por qué no– la historia.