La evocación de las efemérides patrias suele conducir a un trabajo escolar que aborda el estudio del período 1810-1820 de la historia nacional. Generalmente, este período es trabajado desde una perspectiva político-institucional que pone el acento sobre la ruptura del vínculo colonial, la sucesión de los gobiernos patrios, la creación de instituciones, la evolución de la guerra, y los debates y conflictos en torno a la independencia y las formas de gobierno.
Para enriquecer esta mirada le proponemos que incorpore al análisis de este período el impacto que tuvo el proceso revolucionario sobre la vida cotidiana. De este modo, los alumnos podrán acercarse al conocimiento de los distintos sectores de la sociedad de la época desde un plano de la realidad social, el de la vida cotidiana, que generalmente es poco trabajado.
La revolución que estalló en Buenos Aires en mayo de 1810 tuvo como correlato la guerra. La construcción de un aparato estatal de reemplazo al Estado colonial, la formación de ejércitos, las contribuciones extraordinarias, el reclutamiento forzoso y otras medidas, como el establecimiento del libre comercio, modificaron la vida de los distintos grupos sociales. Aunque el peso de estas políticas recayó desigualmente sobre ellos, ninguno pudo quedar al margen, ajeno a los acontecimientos. Los comerciantes, los hacendados, las elites intelectuales, los funcionarios, los sectores populares, en fin, los hombres y las mujeres de distintos grupos sociales se vieron involucrados directa o indirectamente por la nueva situación.
En esta propuesta analizaremos el significativo caso de los peones rurales, quienes junto con los negros libres y esclavos formaron el grueso de la tropa de la revolución.
En primer lugar caracterizaremos, a través de una selección documental, algunos aspectos de la vida de estos hombres, antes y después de la revolución, para luego analizar:
Vivir entre muchos
En los años previos a la revolución, en la campaña bonaerense, los pastores, chacareros y labradores vivían en casas bastante simples: la cocina (con cierta frecuencia un ranchito separado de la sala principal), la sala comedor, una o dos piezas adyacentes y «la ramada» o enramada (alero, donde generalmente estaba el telar de la dueña de casa). En las casas se comía, se compartía el mate, se dormía, se charlaba y se anudaban todo tipo de relaciones. El hacinamiento era común. Solían dormir el responsable de la chacra y su mujer junto a los peones, esclavos y esclavas. Las casas de adobe y techo de paja albergaban unas pocas sillas de baqueta o paja, una mesa, tres o cuatro catres y una caja baúl que hacía de guardarropa. La vajilla se reducía a unos pocos platos de madera, estaño o loza, unos candelabros de bronce, la caldera y el infaltable mate. Los restantes utensilios de la cocina eran el asador, dos o tres ollas, el mortero y el hacha de hueso. Unos pocos árboles rodeaban la casa y, a veces, había una quinta con árboles y frutales variados. El rodeo, la yerra o las cosechas eran actividades habituales de la campaña.
Adaptado de Garavaglia, J. C. Ámbitos, vínculos y cuerpos. La campaña bonaerense de vieja colonización. En Devoto, F. y Madero, M. (1999) Historia de la vida privada en la Argentina (tomo I). Buenos Aires: Taurus.
El tiempo libre: diversiones y entretenimientos, lugares de sociabilidad
La iglesia parroquial, la pulpería, el almacén de ramos generales, el despacho de bebidas eran los principales ámbitos de sociabilidad de los pobladores de la campaña. Entre sus diversiones y entretenimientos favoritos figuraban los juegos de naipes, como el truco o el monte, el juego de bochas en la cancha de la pulpería o en la cercana a la capilla, el sapo y las riñas de gallos. Las carreras de caballo (las de parejas o las cuadreras) eran practicadas y seguidas con pasión. También la música y el baile ocupaban un lugar privilegiado. Guitarra y bombo, en ocasiones violines y chirimías, eran los instrumentos habituales. El mate era la infusión por excelencia en la campaña y propiciaba momentos de sociabilidad.
Adaptado de Juan Carlos Garavaglia, op. cit.
El impacto de la guerra sobre algunas actividades económicas
En su libro Historia social del gaucho, Ricardo Rodríguez Molas analiza el reclutamiento forzoso de los peones rurales para los ejércitos «patriotas»: el 29 de mayo de 1810, la Primera Junta decidió en toda la jurisdicción de Buenos Aires «una rigurosa leva, en la que serán comprendidos todos los vagos sin ocupación conocida, desde la edad de 18 hasta la de cuarenta años». En cumplimiento de estas órdenes, pequeños grupos de soldados al mando de oficiales comenzaron a recorrer la campaña y a reclutar con violencia a los peones que encontraban en su camino. Fue tan extremado el celo puesto en la acción, que algunas tropas de carretas se vieron imposibilitadas de proseguir su camino al quitárseles todos los peones del servicio. En tiempo de la cosecha de trigo, numerosos peones se trasladaban desde el Interior hasta las chacras próximas a Buenos Aires. En 1810, ante el temor de ser enrolados, pocos santiagueños, cordobeses y puntanos llegaron al Plata. Preocupados, los miembros del Cabildo enviaron comunicaciones escritas a los gobernadores del Interior aconsejándoles que hicieran entender a los trabajadores que una vez terminadas las tareas no se los molestaría y «se les dejará libre el regreso al lugar que les acomode».
Litografía de Schmidtmeyer. Estancia porteña.
La guerra: algo más que triunfos y derrota
En las guerras de la Independencia murieron muchos soldados. Los sobrevivientes sufrieron en muchos casos, amputaciones y enfermedades que arrastraron por el resto de sus vidas. En sus Memorias, Belgrano relata algunas de las situaciones vividas por el ejército en su marcha rumbo al Paraguay:
«Salí de Curuzú Cuatiá con todas las divisiones reunidas dirigiéndome al río Corrientes, al paso que llaman de Caaguazú, por campos que parecía no haber pisado la planta del hombre, faltos de agua y de todo recurso y sin otra subsistencia que el ganado que llevábamos [...]. Llegamos al río Corrientes [...] y sólo encontramos dos muy malas canoas que nos habían de servir de balsa para pasar la tropa, artillería y municiones: felizmente la mayor parte de la gente sabía nadar y hacer uso de lo que llamamos "pelota" y aun así tuvimos dos ahogados y algunas municiones perdidas por la falta de balsa.» Cuando atravesaron los pantanos del Iberá, Belgrano informó: «No es fácil expresar [...], lo que han padecido los oficiales y toda la tropa andando al paso de buey por entre bañados y lagunas con mil sabandijas y el peso de los soles [...] y después de las marchas más penosas, por países habitados de fieras y sabandijas de cuanta especie es capaz de perjudicar al hombre, llegamos a dicho punto de San Jerónimo, sufriendo inmensos aguaceros, sin tener una sola tienda de campaña ni aun para guardar las armas.»
Litografía de Vidal.
Actividades sugeridas para el aula
Le proponemos que solicite a sus alumnos la lectura de la selección documental presentada con el fin de analizar la vida cotidiana de los peones rurales antes del proceso revolucionario y los cambios operados en sus vidas durante el período 1810-1820. Con este propósito, el docente guiará la actividad para que los chicos:
Terminada esta tarea, los chicos podrán completar un cuadro como el que ejemplificamos a continuación, para sistematizar los cambios operados en algunos aspectos de la vida de los peones rurales.
Finalmente, usted podrá encomendar la elaboración de un breve informe para que los alumnos comenten y reflexionen sobre los cambios que se produjeron en las actividades económicas en las que intervenían los peones rurales.
Peones rurales |
Tiempo libre
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Trabajo |
Antes de la revolución |
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Durante el período 1810-1820 |
Usted podrá reconstruir el impacto del proceso revolucionario sobre la vida cotidiana de los otros actores sociales. Constituirá una perspectiva de análisis diferente desde la cual seguramente encontrará nuevas y ricas explicaciones sobre el proceso revolucionario. Para hacerlo, puede recurrir a libros de texto, bibliografía específica sobre el período, memorias, cartas, informes escritos por protagonistas de la época, relatos de viajeros. También puede ser de mucha utilidad el rico material reunido por los museos, las pinturas y grabados de época, los registros parroquiales, las biografías, etcétera.
- La propuesta aborda un eje ineludible en el área de ciencias sociales en la educación primaria: las efemérides.
- Frente al planteo clásico, desde la historia política e institucional -es decir los hechos y acontecimientos- se busca complejizar y enriquecer la lectura incorporando la dimensión social, cultural y económica de la revolución y la guerra.
- Para ello, propone una serie de materiales y herramientas que permiten un análisis más rico de la sociedad en las primeras décadas del siglo XIX, en especial a través de la vida cotidiana, las costumbres y diversiones, las historias de vida, entre otros aspectos.
- Se sugiere complementar el material de la propuesta con la búsqueda de bibliografía y sitios de internet con textos e imágenes sobre la vida cotidiana en la sociedad rioplatense e historias de vida que subrayen el rol de las mujeres durante la revolución, o sobre las costumbres culinarias, alimenticias y de consumo de la sociedad antes y después de la Revolución de Mayo, o entrevistas a historiadores, para que los alumnos encuentren nuevas lecturas e interpretaciones sobre el período revolucionario y pos revolucionario, así como descripciones de las costumbres, las diversiones y el consumo.
- El libro Efemérides, entre el mito y la historia, compilado por Perla Zelmanovich (Buenos Aires: Paidós, 1994) pone al alcance del docente relatos de ficción que podrá utilizar directamente con sus alumnos de 8 años en adelante. Los primeros cuentos que aparecen en el libro, situados temporalmente entre 1810 y 1820, permiten múltiples acercamientos a la vida cotidiana en la época de la revolución y la guerra, y abordan los principios explicativos de las ciencias sociales: multicausalidad, la contextualización, los cambios y las continuidades y las diferentes perspectivas de los actores sociales.
- Los artículos «Desde el museo: Atelier de historia» y «Desde la escuela: buscando a San Martín por la ciudad» pertenecientes al libro Museos y escuelas: socios para educar (Buenos Aires: Paidós, 1996) son interesantes materiales para entender la vida cotidiana a través del estudio de objetos exhibidos en un museo. Ambas propuestas bibliográficas dan cuenta de la significatividad de los objetos como fuentes que «nos hablan» de las necesidades, creencias y las costumbres de una sociedad.
- El material titulado «Una revolución en las costumbres: las nuevas formas de sociabilidad de la elite porteña, 1800-1860» del historiador Jorge Myers, (en Devoto, F. y Maero, M. (1999) Historia de la vida privada en la Argentina (tomo I). Buenos Aires: Taurus), da cuenta de los cambios que produjo la Revolución de Mayo en los ámbitos de sociabilidad y divertimento, espacios donde plasma la vida cotidiana de la sociedad. Así describe y analiza la movilización producida por la revolución en los hogares, tertulias, clubes, cafés, teatros, plazas y mercados, festividades cívicas y religiosas e instituciones.
- Por último, el capítulo «Crisis imperial, revolución y guerra». En Goldman, Noemí (1999), Revolución, república, confederación (tomo 3), s.l.: Sudamericana, se sugiere para la lectura de los docentes, ya que se trata de un material actualizado que aporta un marco general de referencia para el estudio del período de revolución y guerra en el Río de la Plata.