El 9 de julio de cada año se celebra en la Argentina el Día de la Independencia. Es una fecha importante, ya que evoca la jornada en que un grupo de representantes de las Provincias Unidas confirmó por escrito su intención de poner fin a siglos de dominio colonial español.
La declaración de la independencia fue un acto soberano y colectivo. El histórico Congreso de Tucumán reunió por primera vez a 28 diputados que sesionaron y debatieron día a día durante muchos meses para proyectar una nueva nación. Allí se trazaron los primeros lineamientos de lo que luego sería la Argentina.
Educ.ar preparó los siguientes materiales y actividades para que alumnos y docentes discutan en clase sobre los sucesos de 1816.
Si pudieras meterte en el túnel del tiempo y viajar a las provincias del norte en 1816, comprobarías que muchas personas hablaban las lenguas de los pueblos que habitaban la zona antes de la llegada de los conquistadores: el quechua y el aymara.
Por eso, cuando se firmó el acta de la independencia se mandaron a imprimir 3000 ejemplares, de los cuales 1500 se hicieron en castellano, 1000 en quechua y 500 en aymara.
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Acta bilingüe (Imprenta de Gandarillas y Socios,
Buenos Aires).
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Esta es el Acta de Independencia escrita en dos idiomas. ¿Cuáles son? ¿Te animás a descubrir algunas palabras?
En Argentina, ¿se publican documentos oficiales en quechua y aymara en la
actualidad?
¿Por qué será?
Texto completo de la declaración de independencia
ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE LAS PROVINCIAS UNIDAS EN SUD-AMÉRICA
En la benemérita y muy digna Ciudad de San Miguel del Tucumán a nueve
días del mes de julio de mil ochocientos dieciséis: terminada la sesión
ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores
discusiones sobre el grande, augusto y sagrado, objeto de la independencia
de los Pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el
clamor del territorio entero por su emancipación solemne del poder
despótico de los reyes de España; los Representantes sin embargo
consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la
rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte
suya, Pueblos representados y posteridad; a su término fueron preguntados:
¿Si querían que las Provincias de la Unión fuesen una Nación libre e
independiente de los reyes de España y su metrópoli?
Aclamaron primero llenos del santo ardor de la justicia, y uno a uno
reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la
independencia del País, fijando en su virtud la determinación siguiente:
Nos los Representantes de las Provincias Unidas en Sud América reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los Pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo del seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama.
Comuníquese a quienes corresponda para su publicación y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un Manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración.
Dada en la Sala de Sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el
sello del Congreso y refrendada por nuestros Diputados Secretarios.
Francisco Narciso de Laprida, Diputado por San Juan, Presidente
Mariano Boedo, Vice Presidente, Diputado por Salta
Dr. Antonio Sáenz, Diputado por Buenos Aires
Dr. José Darragueira, Diputado por Buenos Aires
Fray Cayetano José Rodríguez, Diputado por Buenos Aires
Dr. Pedro Medrano, Diputado por Buenos Aires
Dr. Manuel Antonio Acevedo, Diputado por Catamarca
Dr. José Ignacio de Gorriti, Diputado por Salta
Dr. José Andrés Pacheco de Melo, Diputado por Chibchas
Dr. Teodoro Sánchez de Bustamante, Diputado por la Ciudad de Jujuy y su
territorio
Eduardo Pérez Bulnes, Diputado por Córdoba
Tomás Godoy Cruz, Diputado por Mendoza
Dr. Pedro Miguel Aráoz, Diputado por la Capital del Tucumán
Dr. Esteban Agustín Gazcón, Diputado por la Provincia de Buenos Aires
Pedro Francisco de Uriarte, Diputado por Santiago del Estero
Pedro León Gallo, Diputado de Santiago del Estero
Pedro Ignacio Rivera, Diputado de Mizque
Dr. Mariano S nchez de Loria, Diputado por Charcas
Dr. José Severo Malabia, Diputado por Charcas
Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros, Diputado por La Rioja
Licenciado Gerónimo Salguero de Cabrera y Cabrera, Diputado por Córdoba
Dr. José Colombres, Diputado por Catamarca
Dr. José Ignacio Thames, Diputado por Tucumán
Fray Justo de Santa María de Oro, Diputado por San Juan
José Antonio Cabrera, Diputado por Córdoba
Dr. Juan Agustín Maza, Diputado por Mendoza
Tomás Manuel de Anchorena, Diputado de Buenos Aires
José Mariano Serrano, Diputado por Charcas, Secretario
Juan José Paso, Diputado por Buenos Aires, Secretario.
Desde los comienzos de la Colonia, San Miguel de Tucumán había sido una ciudad importante. Era el paso obligado en la ruta que comunicaba el Potosí con el puerto de Buenos Aires.
Como en la región abundaba la madera, la ciudad se hizo famosa por la fabricación de carretas de excelente calidad. También se producían ponchos, frazadas y fajas. Las tejedoras indígenas los realizaban con antiguas técnicas y los teñían con tinturas vegetales de la zona.
Después de la revolución de mayo de 1810 y con el comienzo de las guerras de la independencia, la tranquila vida tucumana se alteró completamente. En 1812 se libró una batalla en las afueras de la ciudad, muy cerquita: la batalla de Tucumán. Durante los años siguientes se respiraba en el aire el olor a pólvora y todos temían un nuevo ataque del enemigo. Por ese motivo, a las diez de la noche había que suspender las actividades: no se podía circular por las calles, ni tampoco dejar ninguna lámpara encendida. A las diez en punto, Tucumán quedaba a oscuras.
Antiguo grabado que representa la Plaza Mayor de San Miguel de Tucumán. |
Este grabado de la época muestra la Plaza Mayor (hoy Plaza Independencia) de la ciudad de San Miguel de Tucumán. ¿Qué edificios importantes reconocés?
Varias son las razones. Pero la más importante quizás fue el hecho de que los españoles estaban ganando batallas y recuperando territorio en las provincias del norte. Las tropas realistas avanzaban desde el Alto Perú, y solamente estaba el general Martín Miguel de Güemes defendiendo el paso en Salta. Si los españoles lograban llegar a Tucumán, era muy probable que pudieran avanzar hacia Buenos Aires. Hacer el Congreso allí era, en cierto modo, una demostración de fuerza, una manera de defender la revolución. Otra razón importante fue que los diputados del interior eran mayoría y querían ponerle un límite al poder de Buenos Aires.
En ese tiempo San Miguel de Tucumán era una pequeña ciudad. La decisión de realizar allí el Congreso trajo algunos inconvenientes: iban a llegar muchas personas de golpe y la ciudad no estaba preparada para dar alojamiento a tanta gente. Tampoco había un lugar lo suficientemente grande como para realizar las reuniones del Congreso.
Pero las cosas finalmente se resolvieron. Algunos congresales fueron alojados en casas de familias tucumanas, cerca de la Plaza Mayor y el Cabildo. Otros pudieron ubicarse en los conventos o en las casas de algunos sacerdotes. Una señora tucumana, Francisca Bazán de Laguna, prestó su casa –la más grande de la ciudad– para que se realizaran las sesiones del Congreso, y hasta permitió que se derribaran paredes interiores para conseguir una sala más amplia.
Plano de San Miguel de Tucumán en 1816, Álbum General de la provincia de Tucumán, 1916. |
Este plano muestra las dimensiones de San Miguel de Tucumán en 1816. ¿Cuántas manzanas tenía?
En aquellos tiempos, los viajes de una ciudad del antiguo virreinato a otra eran largos e incómodos. Los caminos, de tierra y mal mantenidos. Durante la época de lluvias casi no se podía transitar, así que viajar en esas condiciones era bastante peligroso. De tanto en tanto los viajeros hacían paradas en el camino, en lugares especiales llamados «postas». Eran sus únicas oportunidades para lavarse, tomar o comer algo y descansar. Mientras tanto, se cambiaban los caballos cansados por otros, se cargaba agua fresca y se arreglaba algún desperfecto del vehículo.
Tropa de carretas, acuarela de Juan León Pallière, 1858. |
En la época colonial, la carreta fue uno de los medios de transporte más utilizados para trasladar mercaderías y personas de un punto al otro del antiguo virreinato. Generalmente circulaban varias juntas, en las llamadas «tropas de carretas». Se construían en Tucumán. Los techos se hacían con cueros y la caja con junco tejido, mientras que las ruedas y la base eran de madera. Las ruedas medían más de dos metros de altura. ¿Por qué sería?
La casa donde se declaró la independencia era en 1816 la más grande de San Miguel de Tucumán. Su dueña, Francisca Bazán de Laguna, la donó para que el Congreso pudiera sesionar, y hasta permitió que se tiraran abajo algunas paredes para hacer lugar a los 28 diputados.
En 1874, la casa fue adquirida por el Estado, y en 1941 se la declaró Monumento Histórico Nacional. Tras sucesivas refacciones, se reconstruyó su aspecto original. Hoy funciona en ella, el Museo Casa Histórica de la Independencia, que puede visitarse en la calle Congreso 141 de San Miguel de Tucumán, Tucumán.
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Francisco Narciso de Laprida, diputado por San Juan, bachiller en Cánones y Leyes. Presidente del Congreso. | Mariano Boedo, Salta, abogado. Vicepresidente del Congreso. | José Mariano Serrano, Charcas, abogado. Secretario del Congreso. |
Juan José Paso, diputado por Buenos Aires, doctor en Jurisprudencia. Secretario del Congreso. | Manuel Antonio Acevedo, Catamarca, clérigo. |
Jerónimo Salguero de Cabrera y Cabrera, Córdoba, bachiller en Derecho Civil. |
Pedro Miguel Aráoz, Tucumán, clérigo. | José Darragueira, Buenos Aires, doctor en Leyes. |
Fray Cayetano José Rodríguez, Buenos Aires, clérigo, poeta y periodista. |
José Severo Feliciano Malabia, Charcas, doctor en Leyes. | Pedro Medrano, Buenos Aires, doctor en Leyes. |
Esteban Agustín Gascón, Buenos Aires, doctor en Derecho. |
Eduardo Pérez Bulnes, Córdoba, regidor del Cabildo de Córdoba. | Pedro Ignacio de Castro, La Rioja, clérigo. |
Tomás Manuel de Anchorena, Buenos Aires, doctor en Leyes. |
José Ignacio de Thames, Tucumán, clérigo. | José Antonio Cabrera, Córdoba, licenciado en Derecho. |
Pedro Ignacio de Rivera, Mizque, doctor en Derecho Civil. |
Juan Agustín Maza, Mendoza, doctor en Derecho Civil. | Antonio Sáenz, Buenos Aires, clérigo y abogado. |
José Eusebio Colombres, Catamarca, clérigo y doctor en Cánones. |
José Ignacio Gorriti, Salta, doctor en Cánones y Derecho. | José Andrés Pacheco de Melo, Chibchas (Potosí), clérigo. |
Fray Justo Santa María de Oro, San Juan, doctor en Teología y maestro en Artes. |
Teodoro Sánchez de Bustamante, Jujuy, doctor en Leyes. | Pedro Francisco Uriarte, Santiago del Estero, clérigo, doctor en Cánones. |
Tomás Godoy Cruz, Mendoza, bachiller en Filosofía, Cánones y Leyes. |
Pedro León Gallo, Santiago del Estero, clérigo. | Mariano Sánchez de Loria, Charcas, doctor en Jurisprudencia y Cánones. |