CONADEP: Nunca más, prólogo de 2006 (fragmento)
«[…] Es preciso dejar claramente establecido –porque lo requiere la
construcción del futuro sobre bases firmes– que es inaceptable pretender
justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de
violencias contrapuestas, como si fuera posible buscar una simetría
justificatoria en la acción de particulares frente al apartamiento de
los fines propios de la nación y del Estado que son irrenunciables.
Por otra parte, el terrorismo de Estado fue desencadenado de
manera masiva y sistemática por la Junta Militar a partir del 24 de
marzo de 1976, cuando no existían desafíos estratégicos de seguridad
para el status quo, porque la guerrilla ya había sido
derrotada militarmente. La dictadura se propuso imponer un sistema
económico de tipo neoliberal y arrasar con las conquistas sociales de
muchas décadas, que la resistencia popular impedía fueran conculcadas.
La pedagogía del terror convirtió a los militares golpistas en señores
de la vida y la muerte de todos los habitantes del país. En la
aplicación de estas políticas, con la finalidad de evitar el
resurgimiento de los movimientos políticos y sociales, la dictadura
hizo desaparecer a 30.000 personas, conforme a la doctrina de la
seguridad nacional, al servicio del privilegio y de intereses
extranacionales. Disciplinar a la sociedad ahogando en sangre toda
disidencia o contestación fue su propósito manifiesto. Obreros,
dirigentes de comisiones internas de fábricas, sindicalistas,
periodistas, abogados, psicólogos, profesores universitarios,
docentes, estudiantes, niños, jóvenes, hombres y mujeres de todas las
edades y estamentos sociales fueron su blanco. Los testimonios y la
documentación recogidos en el Nunca más son un testimonio hoy
más vigente que nunca de esa tragedia […]».
Eduardo Luis Duhalde
Secretario de Derechos Humanos de la Nación