Vida del capitán Alonso de Contreras, de Alonso de Contreras (fragmento)

Aquí vi dos milagros este día que son para dichos: y es que un artillero holandés se puso a cargar una pieza al descubierto y le tiraron con otra de madera que le dio en medio de la cabeza, que se la hizo añicos, y roció con los sesos a los de cerca, y con un hueso de la cabeza dio a un marinero en las narices, que de nacimiento las tenía tuertas. Y después de curado, quedaron las narices tan derechas como las mías, con una señal de la herida. Otro soldado estaba lleno de dolores que no dejaba dormir en los ranchos a nadie, echando por vidas y reniegos. Y aquel día le dieron un cañonazo o bala de artillería rozándole las dos nalgas, con lo cual jamás se quejó de dolores en todo el viaje, y decía que no había visto mejores sudores que el aire de una bala.