La Odisea, de Homero (fragmento 2)

Desde allí continuamos la navegación con ánimo afligido, y llegamos a la tierra de los Cíclopes soberbios y sin ley; quienes, confiados en los dioses inmortales, no plantan árboles, ni labran los campos, sino que todo les nace sin semilla y sin arada (trigo, cebada y vides, que producen vino de unos grandes racimos) y se lo hace crecer la lluvia enviada por Zeus. No tienen ágoras donde se reúnen para deliberar, ni leyes tampoco, sino que viven en las cumbres de los altos montes, dentro de excavadas cuevas; cada cual impera sobre sus hijos y mujeres, y no se entrometen los unos con los otros.