Actividad 1
Documento 1: Surge un caudillo
“Al Teniente Gobernador de la Ciudad de Jujuy:
[…] Como las circunstancias actuales son tan urgentes, y tan graves, parece que es de necesidad apurar sin consideración alguna, todos los recursos y arbitrios capaces de reparar algún tanto nuestras quiebras en el Perú. Con este conocimiento, dije a Ud., en mi oficio de 16, que se acercaba la división auxiliar que comanda el señor coronel M. French, y que era preciso aprestarle ganados vacunos y caballares para que no se demoren en esa; […] no deje Ud. de poner en ejercicio a este intento todos los resortes de su poder.
Los gauchos son destinados para la guerra, y son los primeros con que debemos contar en los casos más desgraciados. No son para leñateros, arrieros o carboneros; pero tampoco se le debe tolerar el vicio de insubordinación o falta de respeto a las autoridades: Ud. es una de ellas, y debe ser obedecido y respetado. Así lo he prevenido a los gauchos y a los jefes, y Ud. es testigo de la verdad.
Luego que me desembarace algún tanto de las vastas y graves atenciones con que hoy me hallo, pasaré a esa ciudad con sólo el objeto de acabar de arreglar su División, cortando las diferencias que tanto nos perjudican […].”
Salta, 21 de diciembre 1815.
Martín Güemes.
“Archivo Capitular de Jujuy”, cit., t.IV, p. 457. En: Graciela Meroni. La Historia en mis documentos. Desde la Revolución de Mayo hasta el triunfo federal de 1831. Buenos Aires, Huemul, 1981.
Documento 2: La guerra gaucha
“[…] La caída de Napoleón, la restauración de Fernando VII al trono de España y la paz de la Europa, debían naturalmente influir en los negocios de la América española, y la guerra iba a tomar otro carácter. Era consiguiente que viniesen tropas y que se diese nueva actividad a las operaciones… Pezuela fue premiado con el Virreinato del Perú, y […] La Serna fue destinado al mando en jefe del ejército [del Alto Perú]. Con La Serna vinieron muchos jefes y oficiales de mérito, instruidos en la táctica moderna… [que] tenían la desventaja de no conocer el país, y sus providencias se resintieron de inexperiencias […] Las republiquetas, o reuniones de indios patriotas en el Perú, seguían dándoles en qué entender; lo que no impidió, sin embargo, que las exterminasen, sin exceptuar la principal, que mandaba el coronel Warnes […] Este resultado […], les hizo considerar fácil la conquista de la Provincias Bajas, y llenos de confianza y orgullo avanzaron a Salta.
Los valientes salteños, y principalmente los gauchos (nombre que se hizo honroso entonces) acaudillados por Güemes, les abandonaron las poblaciones y les opusieron en la campaña una resistencia heroica. No tenían los invasores más terreno que el que materialmente pisaban […]
En un combate regular era indisputable la superioridad de la caballería española; pero, después de agotar sus fuerzas ensayando cargas sobre unas líneas débiles, que se les escapaban como unas sombras fugitivas, concluían por haber sufrido pérdidas considerables en esas interminables guerrillas, sin haber obtenido ventaja alguna.
[…] después de dos o tres meses, tuvieron que abandonar su conquista, volviendo a sus antiguas posiciones, sin caballos y casi la cuarta parte menos del ejército. Güemes volvió a ocupar la capital de la provincia, y esa quedó libre de enemigos en su totalidad […]”
José María Paz. “Memorias”. En: Graciela Meroni. La Historia en mis documentos. Desde la Revolución de Mayo hasta el triunfo federal de 1831. Buenos Aires, Huemul, 1981.