La edad Moderna estará asociada a profundos cambios sociales, en todos sus órdenes. La contestación del orden social vigente tendrá una de sus herramientas en la desacralización de las explicaciones, hasta entonces monopolio de las interpretaciones teológicas, y en la consolidación de lo que luego llamaremos ciencia moderna. Se instala la presunción de que el hombre, por medio de la razón, puede conocer el porqué de las cosas; y para esto, es necesario descomponer las totalidades y observar las causas (o cadenas causales), de manera objetiva y sistemática. Galileo y Newton resultan paradigmáticos en este sentido.
Lo anterior implica una nueva relación con la naturaleza, que deja de ser expresión de lo divino para comenzar a ser objeto de indagación; la razón humana y la observancia de ciertas reglas permiten dar cuenta del orden natural, describirlo y explicarlo a través del establecimiento de las causas subyacentes. La indagación de la naturaleza y la comprensión de sus mecanismos causales no es sólo una aventura de conocimiento. Es también la posibilidad de manipular esa naturaleza en función de objetivos humanos, y la capacidad que algunos actores sociales tengan para hacerlo definirá también su rol en la sociedad. La burguesía en ascenso comprende esto inmediatamente.
La expansión del mundo conocido proveerá de una naturaleza casi inagotable, que será objeto de observación sistemática y de clasificación e inventario. El conocimiento de los mecanismos subyacentes al orden natural permitirá el creciente aprovechamiento de los elementos y procesos de este orden natural, realimentando el prestigio creciente de la ciencia como forma de conocimiento, y el poder económico de quienes están vinculados a su utilización.
Pero el interés por comprender la naturaleza no es sólo instrumental. También se vincula con el interés por comprender a los hombres y a la sociedad en su conjunto. El Iluminismo es la corriente de pensamiento que expresa de forma más acabada la preocupación de ese momento por comprender qué papel juega el orden natural en el social. Colocando al hombre en un lugar central, el Iluminismo se interesó por comprender cómo se relaciona la historicidad de lo natural con la historicidad social (Quaini, 1981). Y por supuesto las descripciones sobre otros lugares y otras sociedades que derivaban de exploraciones, proveyeron las bases empíricas para este tipo de reflexiones. Temas como la influencia de las condiciones naturales en las sociedades serán objeto de reflexión por parte de pensadores de la ilustración como Montesquieu o Rousseau.
El conocimiento del territorio será también una necesidad de los estados que se van consolidando en el período moderno. Razones prácticas vinculadas con la delimitación precisa, el inventario de poblaciones y recursos o la facilitación de la circulación se unirán a otras vinculadas con la construcción de argumentos legitimadores de la pertenencia de los habitantes y la homogeneización interna. La crisis de los vínculos de vasallaje requerirá la construcción de nuevos discursos de pertenencia, y la idea del pueblo vinculado a un territorio se irá consolidando cada vez más.
Para concluir este primer título, interesa remarcar que sus contenidos muestran cómo, a lo largo del tiempo, han estado presentes temas que, con posterioridad y ya definida la geografía como ciencia, serán objeto de su interés. En algunos casos estos temas fueron reconocidos bajo el rótulo de geografía, en otros no; pero cuestiones tales como la localización y la distribución en la superficie terrestre, la descripción de los rasgos particulares de los lugares, la comprensión de la naturaleza y sus relaciones con la sociedad, atraviesan la historia y van adquiriendo peso propio. Algunos están presentes antes de que pueda hablarse de ciencia como la entendemos actualmente; otros "o los mismos con nuevos significados" se imbrican en la constitución misma de esta ciencia moderna, pero son siempre temas de interés. Aparecen esbozados cuestiones y problemas que desafiarán a los estudiosos y para los cuales se propondrán distintas respuestas, que irán perfilando la geografía actual: tradiciones físicas o matemáticas interesadas por la localización, o humanas más relacionadas con la descripción; el papel central de la representación cartográfica; la descripción de lugares y sociedades como espejo de quien hace la descripción; y, atravesando todo, la relación entre los hombres y la naturaleza.