La música durante la Independencia

No se trata de entrar a fondo en los acontecimientos históricos que forjaron lo que hoy se llama México. Pero son estos el apoyo indispensable, ya que no se puede desligar la creación artística de las circunstancias que la rodean.

Para cuando se tramaba comenzar la Guerra de Independencia, promovida por los mismos criollos al querer proteger sus propios intereses, una de las razones más importantes que los alentaban en hacer esta lucha, era que ya se podía pensar en México como una nación con sus propias características. Los mismos criollos no se sentían españoles puros, eran criollos, nacidos en México y en muchos de los casos personas que ni siquiera conocían España. De ahí la enorme necesidad de independizarse.

Hablar de una nueva nación implica una nueva cultura. En México convivían diversas culturas de todo el mundo, y como en este país todo se asimila y se reinventa al propio modo de ser, las expresiones sonoras de un pueblo que llevaba 300 años cocinándose y mezclándose entre razas y sonidos no se hicieron esperar: serían también la bandera de una nueva manera de ser y entender el mundo, la mestiza.

Diversas influencias culturales

Si bien los géneros populares españoles dieron nombre y una fuerte influencia a la música, combinarla con el sentimiento indígena o negro o de otras culturas, más adelante daría a los sonidos del «nuevo mundo» rasgos muy particulares, cadencias nuevas, bailables distintos. Por ejemplo, de España llegaron las marchas y los jarabes, pero son totalmente distintos aquellos compuestos por autores mexicanos.

Es importante mencionar que, en la medida que se tenía una mayor conciencia de ser mexicano, se hacían las guerras y se luchaba por un lugar en el mundo como nación, se incrementaba el repertorio y las manifestaciones musicales de diversas maneras y estilos, se forjaron los géneros que hoy componen el riquísimo mosaico de la música tradicional mexicana.

El arte ha sido elitista, más en lo que a razas se refiere; los años de la independencia eran muy ricos en expresiones musicales europeas que se reducían a satisfacer el gusto de las clases altas. Los indios y los negros no eran el público habitual en la ópera y las salas de concierto y eso seguiría siendo hasta años muy recientes.

Pero los mexicanos de clases altas, criollos y mestizos, eran muy allegados a la música. Cabe destacar que era muy común que las familias «bonitas» se juntaran a ejecutar obras de moda por aquellos años, así que en sus casas no faltaba un piano y los miembros de las familias cantaban, eran intérpretes de varios instrumentos de orquesta. Las casas que vendían partituras de obras de los compositores de moda como Verdi, en esos años ganaban mucho dinero. No existía la televisión.

Los entretenimientos de la sociedad de la clase alta mexicana, incluían además el de reunirse por las tardes a interpretar música, ir a la ópera y a los conciertos, ya que en México se estrenaban, por increíble que parezca, a la par que en Europa las obras de los compositores más importantes de la época. Aquí se oía Mozart, Haydn, y los grandes como en sus lugares de origen.

Los compositores mexicanos imitaban lo que se hacía en Europa al pie de la letra, así es que si por muchos años destacó el estilo de Verdi, se encuentran en este país gran cantidad de obras escritas de ese modo. Pero no era en las salas de concierto ni entre los compositores que imitaban a los grandes europeos: donde se encontraba la expresión auténtica y original de estas tierras, era entre las clases bajas con los campesinos, mineros, ganaderos, y el pueblo en general irían –al no tener el compromiso de quedar bien con nadie– escribiendo la historia musical de México.

Es así como se puede comenzar a entender el panorama musical de este país, tan complejo. A México hay que mirarlo como un continente en sí mismo: varias culturas poblaban el país en sus años prehispánicos y cada cultura, si bien compartía una cosmovisión similar, las formas de expresarla eran muy distintas. Todo eso, al mezclarse con nuevas culturas que a su vez venían ya mezcladas como los españoles con los árabes y los judíos, darían nacimiento a una cantidad de expresiones tan compleja, que sólo tras varios años de dedicarse a escuchar y penetrar en los sonidos de México, se puede pensar que ya se conocen todas y eso estaría por verse. Siempre hay sorpresas.

Por un lado, los indígenas, variantes que van desde la ejecución de los viejos instrumentos sagrados como el huéhuetl o el teponaztli, hasta la reinvención de instrumentos de cuerda como la guitarra chamula o el violín tarahumara, pasando por una gran variedad de percusiones. El caso de las flautas es especial entre los pueblos indios, ya que hay una gran variedad de ellas y hay que destacar que no todas son de origen precolombino.

Los pueblos mestizos, darían también sus propias expresiones, con sus correspondientes instrumentos y bailables. Se pierde en la historia cómo se forjaron los primeros géneros mexicanos, los ya entonces llamados jarabes y sones, pero se sabe que fueron bandera de identidad en los años de independencia. Si bien el cura Hidalgo usó inteligentemente el estandarte de la virgen de Guadalupe para expresar una nueva manera de entender incluso la religión católica, a estos géneros les tocaría cumplir la misma función en el equivalente musical.

La música durante la Reforma

Para mediados del siglo XIX había ya varios ejemplos de la música mexicana; y si bien Juárez y los liberales luchaban por no vivir bajo el mando de un extranjero, las manifestaciones culturales se forjaban más como propias, de ahí que incluso exista un cancionero de los años de la Intervención Francesa con una serie de canciones que ya definen un sello propio. Estas melodías, en su mayoría chuscas, platican los acontecimientos de la época y reflejan la opinión del pueblo. Tal vez hay quien recuerde aquello de «¡adiós, mamá Carlota; adiós, mi tierno amor!»-

Las marchas militares traídas también por los españoles, fructificarían en estas tierras y encontrarían nuevas maneras de ser en el modo de componer de los compositores de acá. Es el caso de Zaragoza, compuesta en el año de 1862 por Aniceto Ortega, músico hidalguense que hiciera esta obra conmemorando la derrota del ejército francés en la Batalla de Puebla. La tradición de las bandas de aliento, tan difundida en Europa y por supuesto en España, encontraría gran arraigo en este país. Entre las más famosas están las militares, como la de Artillería, que sería una de las primeras en grabar al comenzar el siglo XX.

Los jarabes y las orquestas típicas

El jarabe se volvió pretexto para hablar de otras expresiones de la cultura mexicana, como es el caso de la gastronómica, Por ejemplo el «jarabe de chamistlán» (un pan) o el «jarabe del atole».

Se destacan los nombres de animales, artículos de uso cotidiano o flores: «El durazno», «La perica», «La pasadita», «La reata», etcétera. Así es como el jarabe se volvió parte de cada expresión, según su lugar: desde el norte hasta el sur y de oriente a occidente aunque, por supuesto, no es lo mismo pensar en una interpretación a la manera jarocha que la de un mariachi de Jalisco en sus versiones más antiguas y tradicionales.

Hay que destacar que una nueva manera de interpretar florecería a mediados del siglo XIX: eran las famosas orquestas típicas, compuestas principalmente por varios instrumentos de cuerda como: violines, salterios, mandolinas, bandolones, marimbas. Instrumentos que tuvieron gran arraigo en la cultura popular, y que bajo este formato incrementarían enormemente el repertorio de la música mexicana. Con los años llegarían los pasos dobles, las marchas, los valses, los danzones, las poleas, los chotises y otros géneros musicales que aún ponen a vibrar los corazones de los abuelos y los propios cuando llega la nostalgia de un México que crecía y se abría lugar en el escenario mundial.

A finales del siglo XIX, el músico José Antonio Gómez, bajo la influencia del vienés Henri Herz, quien tomara por costumbre refinar el jarabe, ligó una serie de piezas tradicionales en lo que más tarde habría de convertirse en el jarabe encadenado, estilo que permanece hasta la fecha, que tomaría características de música oficial y más tarde se llamaría «Aires Nacionales». Así se seguirían cocinando los géneros musicales de la reciente nación mexicana, entre luchas que definían una y otra manera de gobernar. Mientras tanto el pueblo se iba conociendo y reconociendo a través de los sonidos que reproducían con los instrumentos que se reinventaban a la manera de ser de los pueblos mexicanos.

Entre los ires y venires de las batallas, los intereses y acomodos, la gente se juntaba en cada pueblo o ciudad a crear las tradiciones que hoy en día conforman a uno de los países más ricos del mundo en cuanto a expresiones artísticas se refiere.