A primera vista, esta es una obra colorida y feliz. Se trata de un grupo de niños jugando a la gallina ciega, juego que otros llaman el gallito ciego. En este juego alguien se venda los ojos e intenta atrapar a otro participante que pasa cerca y lo molesta. Es una escena de los pasatiempos infantiles típicos de hace no muchos años, cuando era muy común que los chicos jugaran en la calle.

El escenario es un barrio de casas bajas y humildes. Los chicos están jugando en un descampado entre latas y envases que fueron descartados por la sociedad; tal vez estén en un basural. Sin embargo, ellos parecen felices y el cielo que los cobija es hermoso.

En las décadas de los 40 y los 50 del siglo XX se produjo en nuestro país un fenómeno que se conoció con el nombre de migraciones internas: muchas familias motivadas a una transformación radical del escenario laboral, buscaron mejores oportunidades trasladándose del campo a las ciudades industriales, y se asentaron en las periferias. Antonio Berni contó muchas pequeñas situaciones de quienes vieron transformadas completamente sus formas de vida y poblaron los nuevos contextos marginados.

La gallina ciega fue realizada con técnica mixta de pintura al óleo y collage sobre madera; los elementos de descarte y las vestimentas de los chicos son elementos reales ensamblados en ella. Como en muchas otras de sus obras, también en esta Berni tomó elementos de descarte para “presentar” y representar la realidad que se vivía.