Ramona Montiel fue uno de los personajes que se convirtieron en íconos de la obra de Antonio Berni. La historia de Ramona es la de una mujer que debía prostituirse para sobrevivir. Según Berni, surgió de los suburbios pero fue seducida por las luces de la gran ciudad. A lo largo de los años la retrató con diferentes técnicas, tamaños y en situaciones diversas, a veces con carga dramática, otras veces con mayor ironía o humor.

En este grabado vemos a Ramona mostrándose voluptuosa, ofreciendo su cuerpo de manera provocativa ante la mirada de un otro, fuera del encuadre. El escenario tiene algunos elementos típicos de la noche arrabalera y reconocemos detrás de ella un retrato de Carlos Gardel.

Berni concibió a Ramona como un personaje que la sociedad desea y luego rechaza con liviandad, así como les sucedió a otras mujeres en las que se basaron muchos tangos.
El cuerpo de esta mujer es lo que le permite encontrar una forma de subsistencia. Pero su cuerpo también está sometido a las exigencias estéticas que imponen los modelos de belleza, en los que la mujer es para otro: todo en ella está para ser mirado y deseado por otro.

Todavía hoy Ramona nos hace reflexionar. La marginación y la falta de oportunidades que padecen muchas personas es un problema que observamos frecuentemente. Y reconocemos que en este círculo vicioso muchas veces las mujeres son quienes llevan la peor parte.