Juan Carlos Distéfano

El mudo

, 1973

Poliéster reforzado

73,5 x 79 x 102 cm

Colección Museo Nacional de Bellas Artes

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Juan Carlos Distéfano, El mudo

La representación de la figura humana es, históricamente, uno de los temas favoritos de la escultura. Recorriendo la historia del arte uno se encuentra con maneras muy diferentes de representar el cuerpo humano: idealizado, hiperrealista, geométrico… Observemos El mudo, de Juan Carlos Distéfano. ¿Cómo es este cuerpo? No es precisamente un cuerpo de una belleza idealizada ¿no?

Plegado sobre sí mismo, en una posición forzada por el balde de agua que cuelga de su cuello, consumido, contorsionado, es un cuerpo sometido, que expresa dolor. Y si pudiéramos rodear esta escultura, veríamos que tiene además los brazos atados, y la espalda partida en dos. ¿Por qué Distéfano habrá titulado a esta obra El mudo?

A inicios de la década de 1970, cuando realiza esta escultura, empezaban a multiplicarse las denuncias por la detención ilegal de personas, la represión y la aplicación de torturas a los presos políticos. El mudo es un hombre sometido a un método de tortura conocido como “el submarino”, utilizado para forzar a los presos a hablar y revelar información, ahogándolos.

En la resina poliéster Distéfano encontró el material ideal para lograr el efecto de transparencia del agua que chorrea de la cabeza (recién sumergida) e introducir el color en la escultura. Fijate en el color de la piel, el gris de la barba, o el rojo de sangre que marca las muñecas, como estigmas del sacrificio.

Entre 1977 y 1980, durante el exilio de su autor, El mudo, sin necesidad de recurrir a las palabras, fue una potente imagen de denuncia que, curiosamente, eludió la censura y estuvo exhibida en un museo público en plena dictadura militar.