“El contrato no te da ni una gota de sangre.
Dice expresamente: ‘una libra de carne’
Conque llévate lo tuyo, tu libra de carne;
Mas, si al cortarla viertes una gota de sangre…”

William Shakespeare, El mercader de Venecia.

La historia no solo se escribe en los libros; también se escribe en el cuerpo. Como si fuese un gran palimpsesto, apunta y registra en él los hechos de la memoria y del recuerdo. Esa historia a veces parece escrita con bonita caligrafía, pero otras veces las letras se trazan con un bisturí, con un cuchillo, con un fusil, diciendo “la letra con sangre entra”.

Piffer revisa la historia de nuestro país trabajando sobre el elemento que nos caracteriza: la carne vacuna. Este soporte de carne y grasa reales, como lápidas asépticas, son testimonio del dolor, de la muerte; testimonio de las guerras del siglo XIX que asolaron nuestro país y regaron de sangre y violencia nuestro territorio. Sin embargo, las piezas de Piffer se presentan limpias, como si fuesen objetos de laboratorio, dispuestos a ser diseccionados y analizados. De alguna manera podemos pensar esta obra como una metáfora de la necesidad de revisar el pasado con ojo clínico para poder reanimar la memoria colectiva y no cometer una y otra vez los mismos errores. Un recurso artístico que nos invita a dejar de pagar con el cuerpo las deudas de los hombres.