Pasto termosintético es una instalación de Martín Bonadeo que forma parte de una serie de obras con termómetros sin escala. “Me gusta utilizar los artefactos de un modo que no fue pensado por quien los diseñó”, dice el artista. Un termómetro que no informa la temperatura es como una contradicción en sí mismo, un objeto que pierde su funcionalidad. A veces, al dejar de lado la función de un objeto podemos mirarlo con otros ojos y apreciarlo estéticamente. Al eliminar la escala, Martín Bonadeo logra que la variación de las líneas de color que suben y bajan por los termómetros se convierta en un espectáculo visual.

Frente al deseo de representar un proceso que es dinámico, como el crecimiento del pasto, este artista sintió la necesidad de salir del cuadro de la pintura tradicional, y encontró en la clorofila y los termómetros el material ideal para hacerlo. Llenó 600 termómetros con clorofila (el pigmento verde de las plantas) y alcohol. Luego, los dispuso sobre un pedestal, representando un cuadrilátero de pasto que va pintándose de verde, como si creciera, según la temperatura del ambiente. Debajo de ellos, hay lámparas que cada tanto se encienden para irradiar calor y así generar el movimiento del líquido en el interior de los termómetros. Además, el calor humano de las personas que ingresan a ver la obra también modifica la temperatura.

¿Por qué pasto? ¿Por qué clorofila? Hay un mensaje ecológico en esta obra. Cuando la temperatura es excesiva el termómetro puede estallar. El riesgo que supone la presencia humana para este pasto térmico es una metáfora de los riesgos y los daños que ocasiona el hombre con su presencia en la Tierra. Martín Bonadeo deja que sea el espectador quien decida el momento en que se tiene que retirar de la sala para evitar el “desastre”.