Imaginemos que viajamos en el tren de la línea Mitre, en el ramal que une la estación porteña de Retiro con Bartolomé Mitre. Bajamos en la estación de Coghlan, barrio de la ciudad de Buenos Aires, y vemos a dos jóvenes vestidos como antiguos trabajadores ferroviarios. Están pintando: una parte de la moldura, un antiguo bebedero al que le falta la canilla, una sección del zócalo... La escena genera intriga: ¿Quiénes son? ¿Son de la empresa? ¿Por qué pintan solo algunas partes?

Se trata de dos artistas cuya obra consiste en intervenir las estaciones de trenes. Ellos trabajan sin autorización, y al pintar algunas partes y dejar otras sucias y despintadas evidencian el estado en el que se encuentran los ferrocarriles.

Observemos que visten un uniforme con la inscripción “Ferrocarriles Argentinos”, el nombre que tenía la empresa cuando estos transportes eran públicos. En los 90, algunos ramales fueron abandonados, otros se privatizaron y ocurrieron cambios que tendieron a la decadencia del servicio ferrocarril. Al respecto, Patricio Larrambebere comentó: “En la medida en que íbamos viendo lo que sucedía con los ferrocarriles y redescubriendo su importancia institucional en el país, también reflexionábamos acerca de su desaparición. Nos dimos cuenta de que la extinción del viejo boleto de cartón en cierta medida fue como una esquirla, un rastro nimio de la desaparición de toda una cultura, la ferroviaria”.

En Coghlan aún permanecen las huellas de esta intervención de los artistas, y con ellas, también se mantiene viva la reflexión artística y crítica sobre este aspecto de la realidad.