Lo fantástico en el campo de lo artístico es un género que consigue ubicar al espectador frente a una realidad imposible, pero que sin embargo le resulta creíble. Son temáticas que parecen dirigirse al niño que todos llevamos dentro: nos piden que observemos con la ingenuidad propia de quienes creen en relatos maravillosos y absurdos.

Las pinturas que realiza Fermín Eguía están habitadas por seres fantásticos de origen extraño: panes, teteras y tazas con patas; narices y bocas que tienen vida propia o, como la imagen que estamos viendo, un ave con cara de mujer y un pañuelo parada sobre un plato. Son reales invitaciones al mundo de la fantasía. En este caso, podemos aceptar la propuesta e imaginarnos: ¿de dónde salió este engendro de mujer y ave? ¿Por qué nos mira de esa forma? ¿Quién resolvió pincharla con un tenedor? ¿En qué tipo habitación misteriosa nos ubica?

Como muchas de las imágenes que plantea este artista, nos puede resultar graciosa, bella y terrible al mismo tiempo. Nos da a entender algo más que lo que muestra planteando una situación cotidiana que se vuelve extraña y consigue intimidarnos. Y este algo más reclama nuestra atención y nos desafía a dilucidar cuál es el tipo de burla que irónicamente la obra nos plantea.