Ingresamos a una sala donde la única luz proviene de unas pequeñas esculturas robóticas que, en su movimiento, generan diversos efectos lumínicos. No todos los robots actúan de la misma manera; mientras algunos giran sobre sí mismos y se desplazan, otros permanecen detenidos. ¿Por qué? ¿Para qué fueron programados? No se trata de robots utilitarios, sino de una comunidad de 50 robots en la que cada uno es independiente, pero cuyo comportamiento depende del comportamiento de los demás. ¿Cómo se comunican entre sí? A través de una interfaz lumínica. Cada robot tiene una luz led y un sensor de luz. Al percibir una luz a través de este sensor, el robot gira sobre su eje. O sea, cada robot responde a la cercanía de un par.

Este sistema, creado por Leo Núñez con fines artísticos, está dentro de lo que en el ámbito científico se conoce como un “sistema caótico”. Es decir, un sistema que no es predecible a largo plazo. El clima, por ejemplo, es también un sistema caótico; solo puede predecirse a corto plazo. Al diseñarlo, el artista no programó el movimiento de cada uno de los robots, sino solo ciertas pautas de comportamiento. Luego, una variación de las condiciones iniciales hace que el sistema evolucione de manera impredecible.

A través de este sistema caótico, Propagaciones indaga la relación entre el hombre y la máquina. Lo habitual es pensar que las máquinas responden a nuestras órdenes y necesidades. Estos robots, sin embargo, cuyo comportamiento es impredecible incluso para su creador, escapan a nuestro control.

Mirá un video donde el artista cuenta detalladamente cómo fue el diseño y el armado de los robots, y su mecanismo de funcionamiento, ingresando al siguiente link: http://www.youtube.com/watch?v=5BTa1c3Y6Fo