“En fotografía, lo primero es la mirada. Hay que aprender a mirar con humor. Eso no significa estar mirando a ver cuándo aparece algo gracioso. La foto es un episodio solemne. Cada imagen tiene que ser buscada. (…) ¿Cómo sacar una buena foto? Sin intelectualizar. Para fotografiar hay que cautivar. Ya sea el corazón del producto o el alma del modelo. Mi corazón no se lo doy a nadie. Mi alma, sólo a la fotografía”.

Alejandro Kuropatwa
 

Esta fotografía pertenece a una serie denominada Cóctel, donde Kuropatwa retrata en primer plano pastillas, tabletas y recipientes dosificadores de medicamentos.

Las pastillas son presentadas sobre fondos de colores, sobre rosas, o en la boca del propio fotógrafo. La luz es clave: otorga a una simple píldora un halo de solemnidad y belleza, como si fuera un bien muy preciado.

Es que efectivamente lo es. Kuropatwa realizó esta serie en 1996, año en el cual se presentó el cóctel antiviral en el marco de la XI Conferencia Mundial sobre Sida, terapia que permitió, progresivamente, disminuir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de los portadores del VIH/sida.

Esta obra es también autorreferencial en tanto el artista era portador del virus y logró acceder al costoso tratamiento que tan honestamente exhibe. Al hacerlo público, incentiva su compromiso con el cuidado de los que padecen una enfermedad y con el derecho de acceso público a la salud.

Así, podemos entender mejor la manera en que Kuropatwa concibe su labor y podemos comprender lo que es “dejar el alma en la fotografía”.