Benito Quinquela Martín

Elevadores a pleno sol

, 1945

Óleo sobre tela

200 x 164 cm

Colección Museo Nacional de Bellas Artes

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Benito Quinquela Martín, Elevadores a pleno sol

“Cuando empecé a pintar barcos noté que lo hacía con fluidez y alegría, me había encontrado”, (Quinquela Martín). Si hubo un gran taller de pintura para Quinquela, ese taller fue el barrio de La Boca. Toda la intensa actividad de ese puerto, sus gentes, su puente y la vuelta de Rocha fueron retratados por la mano colorista de Quinquela. Así, el universo de los trabajadores, lo cotidiano, la vida de todos los días en el legendario barrio boquense fueron transformados en obra de arte. Muchos de los inmigrantes europeos que llegaron a la Argentina se instalaron en La Boca. El tango, los barcos, las casas de colores, son característicos de este pintoresco lugar que aún hoy conserva toda la magia de aquellos años.

Imaginate la calle de Caminito, por la que seguramente caminó Quinquela. Hoy podemos encontrar allí un montón de talleres de pintores y también a muchos artistas callejeros, bailando el tango o pintando alguna ventana boquense.

En Elevadores a pleno sol las fábricas humean en la lejanía, los hombres cruzan de barco en barco, mostrando así el trabajo diario que realizan, pero sin verse en ello signos de extremo esfuerzo o de cansancio. El mundo del trabajador es retratado dignamente. La pintura muestra rasgos del barrio de La Boca que son claves en su reconocimiento: edificios pintados de diferentes colores y el puente de hierro, todo bañado por un intenso sol de verano.

Quinquela no emprendió grandes viajes de estudio al exterior, ni encontró afuera modelos o paisajes para pintar, sino que halló en su universo más próximo todo lo necesario para hacer de algo sencillo un acto de creación.