La democracia constitucional y su crisis
“[El gobierno estaba en manos de] la llamada Concordancia (conservadores, radicales antipersonalitas, socialistas independientes) que controló al país desde 1932 a 1943.
El Partido Socialista, y en menor escala el Demócrata Progresista acaudillado por Lisandro de la Torre, formaron en esa época la principal oposición parlamentaria a la Concordancia, por lo menos hasta el levantamiento de la abstención electoral que el radicalismo alvearista efectúa el 2 de abril de 1935.
El comunismo criollo, minoritario y por lo común en la clandestinidad o semilegalidad permanentes, completa el cuadro de las fuerzas de izquierda y de centro que pueden rotularse como no oficialistas entre 1930 y 1943.
En el Congreso, la bancada socialista debatía con minuciosidad proyectos
[…], protestaba contra el fraude […]. Acaso su función más relevante haya sido la función precursora que algunos de sus afiliados tuvieron en la formulación de principios y normas legales sobre derecho laboral y de previsión social, que sin embargo eran minuciosamente recortados por la mayoría oficialista o desvirtuados en sus alcances por una jurisprudencia regresiva.
El creador del Partido Demócrata Progresista [Lisandro de la Torre] fue también consciente de la inutilidad esencial de su lucha política, y así lo ha testimoniado en su correspondencia: ‘No se hasta dónde pondré en práctica este año [1934] su patriótico consejo de decir al gobierno, incesantemente, verdades molestas, por el doble motivo de la inutilidad del esfuerzo en un ambiente de plomo y a causa de ese desgano profundo de la acción…’
El Partido Comunista argentino […] casi siempre perseguido con saña por todas las administraciones desde 1930 a 1943.
[Sin embargo] los comunistas apoyaron la candidatura presidencial de Alvear, y luego al gobierno de Ortiz.
La década del treinta es casi con seguridad uno de los momentos cruciales en la evolución de la Unión Cívica Radical […]. La UCR deja de ser oficialismo; se persigue a sus dirigentes, desde el propio Yrigoyen hasta intelectuales como Ricardo Rojas; se le cierra el camino del comicio (veto de la candidatura Alvear-Güemes en 1931); el radicalismo pasa a la abstención electoral; algunos núcleos militares y civiles intentan levantamientos militares […]; Alvear dirige al partido en una línea conciliatoria, especulando con su capacidad de maniobra y el innegable apoyo popular con que contaba la UCR; surge un grupo opositor a la conducción oficial [de Alvear]: FORJA […].
Alvear y la dirección partidaria que él controlaba se inclinaron progresivamente a volver a participar en los comicios […].
Los ‘limpios comicios’ siguieron brillando por su ausencia, el fraude oficial no hacía sino perfeccionar sus técnicas.
El radicalismo, a partir del levantamiento de su abstención pasó a convertirse en un partido más dentro del esquema fraudulento de la época y contribuyó a avalar en lo interno y en lo internacional las medidas entreguistas en que fue tan pródigo el período. Alvear tipifica a la perfección esta actitud de ‘leal oposición a Su Majestad’, que se desenvolvía dentro de un marco falseado constantemente por la ilegalidad y la discriminación.
El más articulado de los grupos radicales opuestos al liderazgo alvearista fue FORJA […]
Concordancia y radicalismo alvearista fueron, pues, los únicos adversarios políticos importantes en la época, aunque entre ellos menudearon las colaboraciones ocasionales. Y los dados estuvieron siempre cargados a favor de la primera, hasta que el ejército intervino en la partida en 1943.”
Selección de fragmentos adaptados del texto: Ciria, Alberto. “Crisis económica y restauración política (1930 – 1943)”.
En: Ciria, A. y otros. La democracia constitucional y su crisis. Buenos Aires, Paidós, 1994.