La misma palabra tiene una sonoridad grave, y parece referir a una actitud en la que el individuo debe dejarse de lado para cumplir con ciertos deberes, pese a que hacerlo le genere resistencia. Ser responsable es, imagina uno, no hacer lo que se quiere, limitar la espontaneidad y hacerse eco de valores de una importancia que nos trasciende y apaga en nosotros el impulso, suplantándolo por un cálculo racional de las consecuencias de nuestros actos.
La visión descripta es en parte verdadera y en parte falsa, y el centro de la cuestión debe entenderse a partir de la complejidad de las perspectivas implicadas. Es verdad que, desde el punto de vista de la actitud irresponsable, es decir, desde la posición de quien fluye sin evaluar los resultados de su fluidez, la responsabilidad resulta un cálculo limitante. Pero lo que no es cierto es que en ese paso el individuo se aparte de su camino: a través de la responsabilidad lo realiza más plenamente.
El centro de la cuestión es el siguiente: ¿por qué pensar que ser responsables es adentrarse en el camino del deber, es decir, aceptar una forma externa y anterior a la experiencia propia, y no entender que es más bien el camino del querer, la vía única para que el deseo propio pueda desplegarse y dar forma a la vida que queremos llevar?
La responsabilidad es la forma en la que una persona acepta hacerse cargo de su vida, y si bien esto supone aceptar límites y dar al uso del tiempo un sentido estratégico, se trata de la vivencia de un desafío auto impuesto, elegido, que encarna la fuerza más propia y la satisfacción más plena posible.
Estas ideas determinan un abordaje de la cuestión en donde la responsabilidad no debe ser presentada como una renuncia, sino como un método. La diferencia resulta crucial, y el camino de la asunción de la actitud responsable adquiere mucho más sentido.
Es importante que podamos trabajar con nuestros alumnos este sentido "libre" de la responsabilidad, porque es el que abre a los verdaderos valores de la misma. El fracaso del intento de generar una actitud responsable en los alumnos (o en la juventud, por parte de la sociedad) radica básicamente en esta confusión -o cambio de sentido- por la que se siente como renuncia lo que es exactamente lo contrario: aceptación del desafío, inicio del juego, posibilidad de verdaderas conquistas individuales o compartidas.
Otro punto por aclarar sería este: en la asunción de la propia vida como una aventura responsable (y la responsabilidad no implica dejar de lado la aventura sino exactamente lo contrario) uno no se aparta del destino comunitario con el que se quiere ligado, también lo asume -de desearlo- más plenamente.
Una cita del extraordinario libro de Rilke "Cartas a un joven poeta" (libro que puede trabajarse con provecho en el aula porque plantea innumerables problemas de interés y lo hace con una calidad sensible poco frecuente) nos permite captar el punto central del tema de la responsabilidad:
"Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza. Ni hay tampoco lugar alguno que le parezca pobre o le sea indiferente"
Esta cita toca el corazón mismo del desencanto adolescente (existente en muchas edades diversas, según los individuos) y pone en blanco sobre negro el tema de cual es el origen de nuestras dificultades: no un mundo cruel e indiferente (característica propia del mundo en sí mismo), sino lo que nosotros hacemos o dejamos de hacer con esas características dadas.
La responsabilidad es importante porque es la que permite la asunción de la propia vida como algo propio, en ella se forma la posición activa, y se hace posible la creatividad. Porque ser creativos es ante todo adoptar una actitud de iniciativa, superar el testimonio, el análisis y la pasividad y pasar a actuar como generador de alternativas.
Es también importante recordar que la responsabilidad no es ni instantánea ni constituye el primer paso del movimiento válido, es una posición a la que se va accediendo paulatinamente, elaborándose en muchos frentes de acción simultáneos. De otro modo estaríamos creyendo que se trata de un momento puro y racional, y la verdad es que es una actitud o posición que se elabora lentamente. Como docentes de filosofía, es decir, como militantes del pensamiento y la creatividad, no podemos dejar de ubicar a la responsabilidad en el centro de nuestro trabajo. De otro modo no existe posibilidad de que la riqueza del pensamiento y la reflexión hagan su aparición en la clase.